Estoy leyendo el libro Donde anidan los ángeles de Vicente Romero , uno de los nombres más destacados del periodismo español.
Vicente Romero dice no creer en Dios pero sí en los ángeles porque los ha conocido. Así mismo, afirma creer en los milagros porque los hacemos realidad nosotros mismos. No son demasiado frecuentes pero resulta fácil comprobar que se producen, fruto de la tenacidad de quienes deciden aceptar algún desafío imposible.
Los ángeles anidan en los lugares más oscuros y marginales de la Tierra, trabajando día a día con la ilusión de hacer realidad la utopía de cambiar el mundo.
La lista de ángeles es larga: Ángel Olaran, misionero en la zona más deprimida de Etiopía; la camboyana Somaly Man, vendida en su infancia que ha dedicado su vida a combatir el tráfico de mujeres y niñas; el misionero Chema Caballero, que ha logrado recuperar a centenares de niños soldados en Sierra Leona; el monje budista tailandés Alongkot Dikkapanyo, que convirtió su monasterio de Phrabat Nampu en centro de acogida para terminales de sida; Nicolás Castellanos, que renunció al Obispado de Palencia para trabajar en uno de los enclaves de mayor miseria de América.
Un libro que invita a la reflexión.
Que paradoja, la mayoría de los que nombra como ángeles deben creer en Dios con firmeza. 🙂
Algo está mal