
Cuando hablamos de la relación entre tecnología y salud, uno de los mitos más extendidos es el de que los teléfonos móviles inteligentes, los llamados smartphones, generan adicción.
Se trata de una creencia que cobra especial fuerza cuando el foco se pone en menores y público joven. De este modo, es muy común escuchar a diario comentarios entre padres o profesores del tipo: “Es que están todo el día enganchados” o “Se ponen como una fiera si les quitas el móvil”.
A lo anterior hay que sumar la infoxicación que se produce desde muchos medios de comunicación a través de todo tipo de noticias poco fundamentadas o sensacionalistas, que no hacen sino aumentar el nivel de preocupación y alarma social. Atentos por ejemplo a este artículo publicado en ABC:
La cosa no mejora cuando algunos colectivos o profesionales organizan charlas y terapias para “desintoxicar” a la gente (véase este interesante post de Juan García hablando al respecto). Tal y como comenta Juan, muchos de estos foros se convierten en auténticas cámaras de eco donde los padres van a reafirmar lo que ya piensan y comparten argumentos del tipo: “es que están todo el día con el móvil”, “parecen adictos porque se lo quitamos y no veas la que montan”… “es que se sientan en un banco y no hablan, se whatsappean”… y al final salen todos de allí, encantados de haberse conocido. Fijaos por ejemplo en esta charla celebrada recientemente en Lugo:
Llama la atención el elenco de ponentes: jueces, policías, psicólogos, directores de ampas… ¿pero no se trata de hablar de salud y redes sociales? ¿dónde están los médicos? ¿dónde estás los psiquiatras? ¿dónde están los youtubers o expertos en Internet?
Es curioso, porque los que impulsan este tipo de ideas en torno a supuestas neoadicciones, suelen ser además las mismas personas que no dudan en poner sobre la mesa ciertos estudios que pretenden relacionar el uso de pantallas con todo tipo de problemas psicológicos o de salud.
¿Son los teléfonos móviles una droga o generan adicción?
De partida debemos decir que una adicción es un problema de salud serio y las drogas, sustancias muy peligrosas cuyo consumo causa por desgracia millones de muertes en todo el mundo. Con lo que, comparar a los jóvenes que pasan excesivo tiempo con el móvil con drogadictos, cuando menos, creo que es un atrevimiento, y si me apuráis, una irresponsabilidad. Y no soy el único que lo piensa.
Posiblemente la mejor y más fundamentada respuesta a esta pregunta no nos la deben dar jueces, policías o psicólogos como los del reportaje de Jordi Évole -que por cierto admiten que los móviles no están catalogados como adicción pero argumentan que son una enfermedad social-. La respuesta a la pregunta de si los móviles son una droga y si generan algún tipo de adicción nos la tienen que dar los médicos y, en definitiva, la ciencia.
En este sentido el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales que edita anualmente la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, determina que en el caso del móvil no se cumplen algunos de los patrones propios de las drogas (por ejemplo, ni se sufre síndrome de abstinencia, ni existe nivel de tolerancia que impulse a consumir “dosis” cada vez mayores) por lo que el uso excesivo de un dispositivo tecnológico como este no se debe tratar como una droga.
Y ojo que con esto no quiero decir, que las familias no tengan que educar a sus hijos en la desconexión, la empatía y el autocontrol y que, por supuesto, debamos estar al tanto y alerta de la vida digital que desarrollan nuestros menores o que podamos ir al médico de cabecera o al psiquiatra en caso de duda. Pero sí que es cierto que en muchas veces el problema surge porque se confunde causa con consecuencia. Es decir, si tu hijo tiene un trastorno de ansiedad, un comportamiento obsesivo-compulsivo o una depresión, a lo mejor está acudiendo al móvil para paliar esa situación, pero el móvil no es la causa, sino el síntoma, por decirlo de algún modo.
¿Por qué algunos estudios relacionan problemas de salud con los móviles?
Porque son correlacionales. Y para explicar este tema una primera referencia interesante es lo publicado por Eparquio Delgado en el libro “Los nativos digitales no existen” en el que por cierto colaboran estupendos amigos y profesionales:
No tiene mucho sentido justificar la existencia de la adicción a internet a partir de estudios que encuentran relación entre un mayor uso de internet y la presencia de otros problemas. Sus defensores argumentan que un mayor empleo de la herramienta se relaciona con depresión, timidez, soledad, problemas en las relaciones personales o de pareja, falta de sueño, problemas en los estudios y en el trabajo, desórdenes en la conducta alimentaria y adicción a sustancias. El problema aquí es el que siempre nos encontramos con los estudios correlacionales: podemos suponer que el mayor uso de internet provoca estos problemas, que la existencia de estos problemas conlleva un mayor uso de internet o que ambos aumentan como consecuencia de otras causas. Podemos asumir incluso que un uso problemático de internet pueda acarrear en ocasiones consecuencias de este tipo, pero seguiríamos sin explicar cuáles son las causas de ese uso problemático. Sabemos, por ejemplo, que entre los antecedentes de la «adicción a internet» encontramos la soledad y el aislamiento, así como la baja autoestima. ¿No sería más útil entonces atender a lo que provoca ese aislamiento y esa baja autoestima en lugar de fijarnos en lo que la persona hace para reducir su malestar? Yo pienso que sí. De hecho, eso es lo que hacemos (o deberíamos hacer) los profesionales de la psicología.
Y en segundo lugar, y en relación con lo anterior, conviene destacar también el que posiblemente sea el estudio más completo realizado hasta la fecha, publicado hace solo unas semanas en la revista Nature y desarrollado por científicos de la universidad de Oxford.
La investigación utiliza datos de más de 350,000 adolescentes para concluir de manera persuasiva que, a nivel de población, el uso continuado de pantallas tiene un efecto casi insignificante en el bienestar psicológico de los adolescentes.
El trabajo agrega los resultados de cientos de estudios que de algún modo tratan de relacionar problemas psicológicos con el uso continuado de dispositivos como los móviles y viene a demostrar que, dependiendo de cómo definamos el concepto de bienestar psicológico -por ejemplo la autoestima- el resultado será uno u otro. De este modo, y tras analizar todos esos estudios, la investigación determina que un mayor número de horas usando un móvil impacta en la autoestoestima de los jóvenes para bien y para mal lo mismo que comer patatas, es decir, tiene una incidencia insignificante, y hay otros factores como dormir bien, tener una dieta sana o incluso usar gafas, que sí que influyen muchísimo más.
¿Entonces no existen riesgos derivados del uso de los móviles o la tecnología?
Todo lo explicado anteriormente no significa que no existan riesgos, peligros o problemas para la salud derivados del uso de la tecnología digital y que próximamente explicaré en nuevos artículos, entre ellos por ejemplo, trastornos del sueño -por el uso continuado de pantallas antes de dormir- y, sobre todo, la ludopatía -que sí que está catalogado como un trastorno de salud grave- y que puede derivarse del uso de determinados vídeojuegos como se explica en este artículo.
Por todo ello, los que nos dedicamos desde hace años a formar en el uso positivo y responsable de Internet, no solo no tenemos problema en reconocerlo, sino que estamos profesional y socialmente comprometidos en formar, informar y evangelizar para tratar de reducir su incidencia en los jóvenes.
Resumiendo
En la mayor parte de los casos el uso constante del móvil no es sino la forma habitual de comunicación adolescente a día de hoy, considerada quizá extraña o antinatural para los que somos de generaciones anteriores pero completamente normal. Pensemos que la etapa en la que un ser humano tiene mayor necesidad de socializar es sin lugar a dudas la adolescencia y juventud y cualquier tecnología conectada se convierte precisamente en una poderosa herramienta para ello.
Por tanto, cuando nos quieren vender la idea de que la tecnología y las pantallas nos alejan, quizá no esté de más darle la vuelta a la tortilla y analizar todo lo que realmente hacemos día a día y todo lo que podemos conseguir tanto a nivel personal como profesional mediante un uso positivo:
Para terminar, y en relación con la imagen anterior, comparto este estupendo hilo de María Zabala que también debe servir para reflexionar sobre el tema:
No quedas con tus amigos por culpa del móvil. No conoces a tu familia porque no habláis (porq estáis siempre haciendo cosas conectadas a máquinas). Nuestros antepasados quedaban más, conocían más a sus padres, hijos, abuelos. Shame on you. Ah, feliz navidad.
Fdo. #VideosVirales— María Zabala (@iWomanish) 29 de noviembre de 2018
Buenas Tardes Raùl:
Gran reflexión, que me ha hecho, recapacitar sobre el tema.
Muchas gracias