La primera y única vez que esquié en mi vida fue hace cerca de tres años, muy cerquita de Jaén, en Sierra Nevada. Tuve la suerte de ir con un buen profesor, mi hermano Manuel, que desde pequeño practicó este deporte y que resultó ser un guía perfecto para mis primeros deslizamientos sobre la nieve. Después de unos cuantos culetazos, empecé a encontrar el equilibrio y la posición adecuada por lo que la resignación inicial fue dando paso a una gran diversión cada vez que conseguía descender por aquellas pistas. Desde entonces, siempre he querido volver a esquiar pero he tenido poco tiempo para ello. Una de las zonas de…