Decálogo final: claves para una educación tecnológica responsable y positiva

Llegamos al final de este curso que espero te haya resultado provechoso. Como conclusión me gustaría compartirte una serie de claves que resumen gran parte de los contenidos sobre los que hemos trabajado y que tienen el objetivo aumentar el bienestar digital de la familia.

1. Los niños no son nativos digitales

No tienen un conocimiento innato de un móvil o cualquier otro dispositivo tecnológico solo por haber nacido en la época de los móviles. Como vimos, no son competentes en el uso de la tecnología per sé sino que hay que enseñarles. Esto es importante dejarlo muy claro: no existen los nativos digitales sino en todo caso los huérfanos digitales.

2. No hay una edad mínima para que empiecen a interactuar con la tecnología

Más allá de los mitos y desinformación que existe al respecto, y de los 3 años recomendados por la Asociación Americana de Pediatría para empezar a utilizar pantallas, siempre solemos decir que cuanto antes comience a interactuar un ser humano con la tecnología, mucho mejor. No debemos evitar el contacto con ella porque constituye una herramienta valiosísima que va a ir ligada a su día a día personal y laboral durante toda su vida. ¿Evitarías que tu hija o hijo comience a utilizar libros?

3. Cuando tengan ese primer contacto, debemos estar delante

Al igual que cuando tu hija o hijo tome ese primer libro, le enseñarás a pasar las páginas, a no romperlas, a identificar colores, letras, animales… y más tarde le acompañarás durante sus primeras lecturas, seleccionando aquellos títulos que mejor se adaptan a su edad y madurez, con la tecnología ocurre exactamente lo mismo. Resulta fundamental estar cerca de los menores en sus primeros pasos. Esta es la base de cualquier estrategia de mediación activa.

4. Educar, Acompañar y Supervisar

Y ya que hablamos de mediación activa, como has estudiado esta estrategia se resume en tres claves (EAS): Educar – Acompañar – Supervisar. Insisto, la tecnología no es ni buena ni mala per sé. Es solo una herramienta, y como tal hay que enseñar a que las personas la utilicen de forma gradual, de menos a más. Si pasamos de 0 a 100 sin control es cuando realmente llegan los problemas como por ejemplo cuando se le regala a un niño un móvil en sus primera comunión después de haberlo estado pidiendo insistentemente meses anteriores y a partir de ese momento nos despreocupamos de él.

5. Los filtros parentales pueden servir pero no son lo más importante.

Muchos padres se preguntan si los filtros de control parental son útiles. La respuesta suele ir siempre en el mismo sentido: son como un cinturón de seguridad; ponerlo es importante pero ello no implica que quien se lo pone sepa conducir un automóvil. No debemos olvidar que estos filtros constituyen una fórmula de mediación pasiva, que no asegura que nuestros hijos estén exentos de riesgos cuando navegan por internet o usan tecnología y, en ningún caso deben sustituir a la mediación activa recomendada anteriormente.

6. Sentido común, experiencia de vida y educación en valores

Cualquier chaval sabe perfectamente compartir una story en Instagram, marcarse un emote en el Fortnite o hacer un streaming en Twitch, (términos que en muchos casos pueden sonar a chino a un adulto) pero de ahí a que ese menor sepa distinguir los diferentes riesgos que hay en la red (como el grooming o el dropshipping ), que tenga unas mínimas competencias digitales como saber qué es el campo CCO de un email o exportar un documento a pdf, o que sepa comportarse y comunicarse adecuadamente con los demás en entornos digitales, hay un mundo.

Precisamente la experiencia de vida, sentido común y pensamiento autocrítico que tenemos los adultos son los mejores activos que podemos y debemos transmitir a nuestros menores cuando comienzan a interactuar con la tecnología. Extender al mundo digital la educación en valores que ya realizamos en el mundo analógico es una de las claves cuando hablamos de familia y tecnología: se educado y respetuoso con los demás, no insultes a otras personas, no hables con desconocidos o le abras la puerta a alguien que no sabes quien es, nadie te da duros a cuatro pesetas, contrasta la información que recibas…. son algunas de las tradicionales enseñanzas de padre/madre que son también perfectamente aplicables al mundo digital.

7. La importancia de dar ejemplo

La educación en valores también incluye dar ejemplo a nuestros pupilos. Así que seamos autocríticos: padres que prohiben el móvil en la mesa a sus hijos pero que luego son los primeros en utilizarlos; padres que lo usan mientras conducen con el consiguiente riesgo para la vida; en el peor de los casos, tristes sucesos como el de un suicidio de una trabajadora tras el reenvío masivo de vídeos de contenido sexual entre sus propios compañeros (adultos). Todas estas situaciones no hacen sino transmitir un malísimo ejemplo para los menores.

8. Hay tiempo para todo

Al igual que no dejarías que tu hija o hijo pasase todo el día leyendo cómics, viendo la televisión o jugando al parchís, ocurre lo mismo con el ordenador, el móvil o la vídeoconsola. Como padres, es importante que organicemos de forma lógica, equilibrada y razonable su jornada. Por ello, es muy buena idea llegar a acuerdos que incluyan límites en el tiempo de uso de este tipo de dispositivos.

Paralelamente es muy importante que los niños practiquen actividades deportivas o al aire libre, así como otro tipo de propuestas que fomenten su creatividad e imaginación.

Estamos perdiendo la buena costumbre de que un niño se aburra y muchos padres recurren a la salida cómoda del móvil o la vídeoconsola para mantenerlos callados. Craso error.

9. Perder el miedo y pasar a la acción

Uno de los principales argumentos que suelo encontrar en muchas formaciones con padres es: “a mi esto de la tecnología ya me pilla tarde” o “mis hijos saben mil veces más que yo”. De nuevo estamos ante una actitud derrotista y cómoda.

No temas no saber. Tienes todo el tiempo del mundo por delante. Ellos también tuvieron un momento en el que aprendieron y además merece la pena conocer los espacios digitales en los que pasa tanto tiempo tu hijo/a. Trata de descubrirlos poco a poco. Aprender con ellos muchas veces es la mejor manera de hacerlo. También puedes formarte como estás haciendo ahora.

Conocer el ecosistema digital en el que se pasan tanto tiempo te ayudará a entender mejor sus reacciones, necesidades y emociones. No solo eso, comienza a hablar de forma cotidiana con ellos sobre su vida digital con la misma naturalidad y cercanía con la que hablas de su vida analógica y te sorprenderás positivamente. ¿Qué has hecho hoy en el cole? ¿Con quién te has sentado en el autobús de la excursión? ¿Has visto algo interesante esta tarde Instagram? ¿Has visto que Altozano ha publicado nuevo vídeo?

10. Cuanto antes pasen de consumidores a creadores, mejor.

La tecnología debe servir para hacer que las personas seamos más libres y más felices. Eso incluye que redunde en el bienestar personal y profesional de tus hijos. Los niños sin supervisión en el uso de la tecnología, la utilizan simplemente para unos pocos usos, normalmente relacionados con el ocio y el entretenimiento (redes sociales o videojuegos).

Es por ello fundamental que los padres estimulemos aspectos como la curiosidad, el interés, el razonamiento, la deducción o la inteligencia. Debemos explicar al menor usos creativos y prácticos de la tecnología más allá de los que habitualmente realiza. Por ejemplo, realizando búsquedas en Google Maps; usando un traductor, creando un blog, grabando un podcast, buscando música en Spotify, programando su primer robot o tocando algún instrumento online.

Encontrar e identificar en la red usuarios referentes en las temáticas de interés del menor (música, ciencia, robótica, deportes…) así como promocionar su actividad digital entre el entorno más cercano (familias y amigos) son, como vimos, usos positivos recomendados.

El cambio fundamental llegará cuando hayamos sido capaces de acompañarles y motivarles en este proceso dejando de ser consumidores de contenidos y pasando a ser creadores de contenidos. Esta será la base de su verdadera identidad digital que les acompañará durante toda su vida proporcionándole una ventaja.

En resumen, la tecnología no es el demonio que vuelve locos a los niños, ni una moda pasajera, ni un lugar complejo y abstracto para los adultos. Está aquí para quedarse y forma parte de la realidad personal y profesional que van a vivir los seres humanos en el futuro. Preparar a nuestros hijos para ese entorno es simplemente una cuestión de responsabilidad. En nuestras manos queda.