Cuando nosotros o nuestros hijos nos conectamos a la red, de un lado podemos usar una gran variedad de dispositivos tecnológicos (móviles, tablets, ordenadores, videoconsolas…) a la vez que nos registramos en multitud de plataformas online, redes sociales, aplicaciones etc.
En todos estos espacios se almacena una gran cantidad de información personal y sensible, mensajes, fotografías, contraseñas de acceso, números de teléfono, etc. Por tanto, si no la protegemos correctamente nos enfrentamos a importantes riesgos.

El principal de ellos son los virus, también llamados malware y que pueden provocar:
- Daños en el sistema y sus aplicaciones. Pueden la configuración del sistema (por ejemplo, la página de inicio del navegador, redirigirnos a páginas maliciosas o fraudulentas en lugar de las oficiales, ofrecernos publicidad) e instalar aplicaciones maliciosas (por ejemplo para ver nuestras contraseñas, secuestrar e inutilizar el dispositivo a cambio de un rescate, utilizar nuestro dispositivo para dañar a otras personas y organizaciones).
- Daños a nuestra información. Pueden impedirnos acceder a nuestros documentos, fotos, vídeos, etc. (por ejemplo borrándolos, cifrándolos a cambio de un rescate, estropeándolos al añadir o borrar alguna parte).
- Pérdidas económicas. Ayudando a que caigamos, sin darnos cuenta, en páginas web maliciosas (por ejemplo suplantando nuestras redes sociales, bancos y tiendas online), pidiéndonos dinero a cambio de un “servicio” (por ejemplo devolvernos el control del dispositivo, instalarnos un falso antivirus).
Junto a los virus, una falta de seguridad puede provocar el acceso indebido a información privada por parte de otras personas (conocidas o no) provocando:
- Daños a la privacidad e intimidad. El mero conocimiento de nuestra información por parte de otra persona sin desearlo. Además se puede agravar si esta información se difunde a otras personas o si se trata de mensajes o imágenes de carácter íntimo.
- Daños en la imagen y reputación online. Si alguien accede a nuestra información privada, y difunde sin nuestro permiso una parte de ella que nos puede resultar perjudicial (por ejemplo imágenes íntimas). También se puede producir por la publicación de mensajes inapropiados, tanto en nuestras propias cuentas de redes sociales como en perfiles falsos que se hacen pasar por nosotros (ridiculizándonos, dañando en nuestro nombre a otras personas).
- Ciberbullying.
- Grooming, extorsión y chantaje.
En el siguiente vídeo te explico cómo puedes proteger tu WhatsApp para que nadie pueda ver tus mensajes.