Principales riesgos de internet

Llega el momento de conocer más a fondo los riesgos a los que nos exponemos en Internet, especialmente aquellos que afectan a los más jóvenes y que se recogen en la siguiente tabla:

  El menor como receptor de contenidos El menor como participante de una actividad iniciada por un adulto El menor como actor o infractor
Agresivo Contenidos violentos Amenazas, hostilidad Bullying, acoso entre iguales
Sexual Pornografía Grooming Acoso sexual, sexting
Valores Odio y contenidos racistas Persuasión psicológica Contenidos parcialmente dañinos
Comercial Marketing y Publicidad Violación de datos personales Apuestas, Infracciones de Copyright

 

Grooming

El grooming es una práctica por la que adultos desconocidos se hacen pasar por menores en Internet o intentan establecer un contacto con niños y adolescentes para establecer una relación de confianza, pasando después al control emocional y, finalmente al chantaje con fines sexuales.

Sin duda es una de las prácticas más peligrosas y con mayor repercusión mediática, su porcentaje de incidencia en la población depende del país y en el caso de España está en torno a unos 1.000 casos al año.

¿Qué objetivos persigue?

  • Producir imágenes y vídeos con connotación o actividad sexual, destinados al consumo propio de pederastas o a redes de pornografía infantil.
  • Favorecer encuentros en persona con el menor y abuso sexual físico.
  • Desarrollar explotación sexual y prostitución infantil.

¿Cómo prevenir o gestionar este riesgo?

Debemos pensar que la experiencia de vida es crítica en Internet y la tiene un adulto, no la tiene un menor. Por ello es importante que sigamos transmitiendo en el plano online esta experiencia de vida y sentido común que como padres ya realizamos de forma habitual en el plano físico (no abras la puerta a desconocidos, no le facilites tu nombre a alguien que te pregunta por la calle, etc.).

Realmente una educación digital también pasa por una educación en valores.

Y en este punto conviene que seamos autocríticos porque, como vimos en algún caso anterior, los adultos a veces perdemos ese sentido común y experiencia de vida que se nos presupone cuando estamos en internet: compartiendo geolocalización, usando el móvil en el automóvil; en reuniones con amigos mientras los niños juegan, los padres están con los móviles… y si hablamos de educar en valores, sin duda es importante dar ejemplo.

Por otra parte, todo el mundo se equivoca, incluso los adultos. Por eso no debemos culpabilizar nunca a la víctima. Es habitual cuando se producen casos de grooming que se tienda a echar la culpa al menor que ha compartido información sensible en la red cuando en realidad el verdadero delincuente es quien se ha hecho pasar por otra persona o ha compartido esa información en otras plataformas.

Por tanto, si culpabilizamos lo único que conseguiremos es generar más miedo en la víctima y de este modo la próxima vez que le ocurra algo no nos lo dirá y los delincuentes seguirán aún más indemnes.

Riesgo de contenidos

Sin duda se trata del riesgo más común. Le ocurre en torno al 30% de los menores de 16 años.

Consiste en ver o encontrar en la red contenido que resulta inapropiado o desagradable para el menor (violencia, sexo explícito, xenofobia…) lo que le produce normalmente un sentimiento de culpa (si esto me ha salido en la pantalla, es porque he hecho algo mal).

¿Cómo prevenir o gestionar este riesgo?

Con nuestra ya conocida estrategia EAS que implica educar, acompañar y supervisar en el uso de herramientas y espacios online.

Si en la vida física cuando tus hijos son pequeños decidimos qué tipo de libros o películas pueden ver, vetando aquellos que por su edad o madurez sabemos que les podría causar daño… ¿Por qué les damos vía libre con una tablet o smartphone?

Por tanto, una medida acertada pasa por sentarnos con ellos en sus primeros pasos en el mundo de la tecnología; guiándoles; explicándoles por qué aparecen ciertos anuncios no deseados, por qué ciertas páginas no deben ser visitadas o pueden ser nocivas.

De este modo aprenderán poco a poco a realizar un uso responsable. Eso siempre será mucho mejor que lo descubran por ellos mismos.

Respecto a los filtros de control parental, como vimos en lecciones anteriores, son una medida complementaria que puede ayudar, pero nunca debe sustituir a esta mediación activa tan necesaria.

Sexting

Mediante el sexting, se envían a través del teléfono móvil u otro dispositivo con cámara, fotografías o vídeos producidos por uno mismo con connotación sexual. El riesgo está en que una vez enviados estos contenidos, pueden ser utilizados de forma dañina por los demás.

Fuente | Ayudarte

Otra posibilidad es que el envío de este tipo de contenidos sea involuntario, ya que otra persona puede utilizar el dispositivo en el que están almacenados (robo o pérdida de smartphone, uso sin permiso, etc.) y los reenvíe. O incluso que una persona sea grabada por otra sin su consentimiento. En ambos casos, los riesgos en lo que respecta a la difusión de ese contenido son similares al sexting.

¿Cómo prevenir o gestionar este riesgo?

Primeramente, es importante concienciar a los menores sobre el cuidado de su privacidad, mostrándoles las consecuencias negativas en caso de no protegerla.

También debemos fomentar su autoestima y las habilidades sociales. Saber decir no y defender sus argumentos de forma adecuada les permitirá no ceder ante presiones sociales. Aprender a valorarse para no depender de la opinión de los demás.

Acompañar estas medidas de una educación sexual seria. Un dato: el 60% de los menores de 14 años han visto pornografía en Internet. Si tu no hablas con tus hijos de sexo, no te preocupes porque Internet llevará hablando con ellos 4 años. Tú eliges.

En relación con lo anterior, una comunicación fluida, que facilite un ambiente de confianza hará que el menor sea capaz de pedirte ayuda y consejo cuando lo necesite

Por último, y aunque sea una obviedad, desmitificar la idea del sexting seguro que han promovido algunas campañas y noticias en la red y transmitir a los menores que un tema tan íntimo debe quedar completamente en privado.

Cyberbullying

El ciberacoso, ciberbullying o simplemente bullying, es una realidad en las aulas, un tipo de acoso que se produce entre menores en el que se utilizan dispositivos o medios digitales para hacer daño a la víctima, conscientemente y de forma repetida en el tiempo.

El acoso puede ser de muchas formas: burlas, humillaciones, insultos, difusión de mentiras y rumores, hacerse pasar por la víctima para ridiculizarle, cerrar sus cuentas con denuncias falsas en las redes sociales, presión a sus compañeros para aislarle con la intención de hacerle daño psicológica, emocional y socialmente…

Los últimos datos indican que aproximadamente el 20% de los menores lo sufren, aunque es difícil medirlo, porque no es lo mismo que te acosen, que gestiones mal que te acosen.

¿Cómo prevenir o gestionar este riesgo?

Hablar de forma frecuente con los menores sobre su día a día y colaborar activamente con el centro escolar. Debemos preguntar en nuestro centro qué protocolos de actuación tienen para el ciberacoso y sobre todo, si los alumnos lo saben.

Fomentar las habilidades sociales de nuestros menores, como la autoestima, la empatía, el autocontrol, la resolución de conflictos, la asertividad, o el espíritu crítico. De esta forma podremos prevenir que inicien el acoso, o en caso de sufrirlo, sepan gestionarlo y responder adecuadamente.

También es fundamental que si nuestro hijo es un testigo o espectador, no refuerce el ciberacoso compartiendo, dando me gusta a los mensajes, o simplemente “mirando para otro lado”, e incluso que pueda detenerlo alzando la voz contra el agresor o denunciándolo ante un adulto responsable.

En caso de producirse, no culpabilizar ni a la víctima ni al agresor escapando de revanchismos. Trabajar la empatía y hacerles que entiendan las consecuencias de sus actos y los sentimientos de las víctimas.

Stalking

Aunque popularmente los jóvenes se refieren al término “stalkear” como una especie de cotilleo en línea, la realidad es que en ocasiones puede derivar a una forma de acoso en la que una persona persigue o molesta a otra de manera repetida y sistemática.

Esto además puede conllevar una variedad de comportamientos, como seguir a la víctima, hacer llamadas no deseadas, enviar mensajes de texto o correos electrónicos, o incluso acosarla a través de las redes sociales.

¿Cómo prevenir o gestionar este riesgo?

Configurar la privacidad en las cuentas de redes sociales para evitar que desconocidos puedan acceder a su información personal.

No compartir información personal sensible, como la dirección de casa o el lugar de trabajo.

Tener cuidado al compartir información personal con desconocidos, incluso si se conocen a través de una red social.

Mantener un registro de los comportamientos de acoso, incluyendo fechas y detalles, y compartirlo con un amigo o ser querido en quien confíe.