Internet está hecho de blogs. Así, como lo lees. Puedes comprobarlo si visualizas una página en Facebook, una cuenta en Twitter, una web como la Casa Blanca o la de la revista Vogue. Lo que hay realmente detrás de todos estos espacios digitales, es en realidad un blog.
No pienses que me estoy viniendo arriba. Los blogs son el germen de la web social actual y voy a demostrártelo, pero comencemos desde el principio.
Como recordarás, en la primera lección te contaba que a finales de los noventa, el panorama digital era muy diferente al que conocemos hoy en día. La inmensa mayoría de webs que existían en Internet compartían una serie de elementos comunes: páginas estáticas y poco actualizadas que requerían conocimientos técnicos; que apostaban por la hipertextualidad sin apenas integrar elementos multimedia; unidireccionales y no colaborativas; en definitiva, aburridas.
Esto hacía que la sensación que un usuario tenía cuando visitaba un sitio en internet no fuese muy diferente a la que tiene hoy en día cuando lee un periódico, escucha la radio o ve la televisión: es decir, no podía hacer nada sino consumir la información. Sin embargo los blogs revolucionaron ese ecosistema vigente hasta el momento y conocido bajo el nombre de web 1.0. Lo hicieron gracias a tres elementos esenciales en su ADN que los convertirían en un caballo ganador en la red:
Gracias a esos elementos los blogs no sólo experimentaron un crecimiento exponencial en todo el mundo durante años, sino que su estructura y modelo de funcionamiento es adoptado y mimetizado por muchas de las plataformas y redes sociales que han venido después.